Mariana Pineda

Romance popular en tres estampas

Federico García Lorca - 1925

Personajes

  • MUJER
  • NIÑA
  • CLAVELA
  • ANGUSTIAS
  • AMPARO
  • LUCÍA
  • MARIANA
  • FERNANDO
  • NIÑO
  • PEDRO
  • CONSPIRADOR 1
  • CONSPIRADOR 3
  • CONSPIRADOR 2
  • CONSPIRADOR 4
  • PEDROSA
  • NOVICIA 1
  • NOVICIA 2
  • CARMEN
  • ALEGRITO
  • MONJA 1
  • JUEZ

Prólogo

Telón representando el desaparecido arco árabe de las Cucharas y perspectiva de la plaza Bibarrambla, en Granada. La escena estará encuadrada en un margen amarillento, como una vieja estampa, iluminada en azul, verde, amarillo, rosa y celeste. Una de las casas que se vean estará pintada con escenas marinas y guirnaldas de frutas. Luz de luna. Al fondo, las Niñas cantarán, con acompañamiento, el romance popular:

¡Oh! Qué día tan triste en Granada,que a las piedras hacía lloraral ver que Marianita se muereen cadalso por no declarar.Marianita, sentada en su cuarto,no paraba de considerar:"Si Pedrosa me viera bordandola bandera de la Libertad".(Más lejos)¡Oh, qué día tan triste en Granada,las campanas doblar y doblar!(De una ventana saldrá una MUJER con un velón encendido. Cesa el Coro.)

MUJER¡Niña! ¿No me oyes?

NIÑA(Desde lejos.)¡Ya voy!(Por debajo del arco aparece una NIÑA vestida según la moda del año 1850, que canta.)Como lirio cortaron el lirio,como rosa cortaron la flor,como lirio cortaron el lirio,mas hermosa su alma quedó.(Lentamente, entra en su casa. Al fondo, el CORO continúa.)¡Oh! Qué día tan triste en Granada,que a las piedras hacía llorar.

Telón lento.

Estampa Primera

Casa de MARIANA. Paredes blancas. Al fondo, balconcillos pintados de oscuro. Sobre una mesa, un frutero de cristal lleno de membrillos. Todo el techo estará lleno de la misma fruta, colgada. Encima de la cómoda, grandes ramos de rosas de seda. Tarde de otoño. Al levantarse el telón, aparece doña ANGUSTIAS, madre adoptiva de MARIANA, sentada, leyendo. Viste de oscuro. Tiene un aire frío, pero es maternal al mismo tiempo. ISABEL LA CLAVELA viste de maja. Tiene treinta y siete años.

Escena Primera

CLAVELA(Entrando.)¿Y la niña?

ANGUSTIAS(Dejando la lectura.)Borda y borda lentamente.Yo la he visto por el ojo de la llave.Parecía el hilo rojo, entre sus dedos,una herida de cuchillo sobre el aire.

CLAVELA¡Tengo un miedo!

ANGUSTIAS¡No me digas!

CLAVELA(Intrigada.)¿Se sabrá?

ANGUSTIASDesde luego, por Granada no se sabe.

CLAVELA¿Por qué borda esa bandera?

ANGUSTIASElla me diceque la obligan sus amigos liberales.(Con intención)Don Pedro, sobre todos; y por ellosse expone...(con gesto doloroso)a lo que no quiero acordarme.

CLAVELASi pensara como antigua, le diría...embrujada.

ANGUSTIAS(Rápida.)Enamorada.

CLAVELA(Rápida.)¿Sí?

ANGUSTIAS(Vaga)¡Quién sabe!(Lírica)Se le ha puesto la sonrisa casi blanca,como vieja flor abierta en un encaje.Ella debe dejar esas intrigas.¿Qué le importan las cosas de la calle?Y si borda, que borde unos vestidospara su niña, cuando sea grande.Que si el Rey no es buen Rey, que no lo sea;las mujeres no deben preocuparse.

CLAVELAEsta noche pasada no durmió.

ANGUSTIAS¡Si no vive! ¿Recuerdas?... Ayer tarde...(Suena una campanilla alegremente)Son las hijas del Oidor. Guarda silencio.(Sale CLAVELA, rápida. ANGUSTIAS se dirige a puerta de la derecha y llama.)Marianita, sal que vienen a buscarte.

Escena II

Entran dando carcajadas las hijas del Oidor de la Chancillería. Visten enormes faldas de volantes y vienen con mantillas peinadas a la moda de la época, y un clavel en cada sien. LUCÍA es rubia tostada, y AMPARO, morenísima, de ojos profundos y movimientos rápidos.

ANGUSTIAS(Dirigiéndose a besarlas, con los brazos abiertos.)¡Las dos bellas del Campillopor esta casa!

AMPARO(Besa a doña ANGUSTIAS y dice a CLAVELA.)¡Clavela!¿Qué tal tu esposo el clavel?

CLAVELA(Marchándose, disgustada, como temiendo más bromas.)¡Marchito!

LUCÍA(Llamando al orden.)¡Amparo!(Besa a ANGUSTIAS.)

AMPARO(Riéndose.)¡Paciencia!¡Pero clavel que no huele,se corta de la maceta!

LUCÍADoña Angustias ¿qué os parece?

ANGUSTIAS(Sonriendo.)¡Siempre tan graciosa!

AMPAROMientrasque mi hermana lee y releenovelas y más novelas,o borda en el cañamazorosas, pájaros y letras,yo canto y bailo el jaleode jerez, con castañuelas;el vito, el ole, el sorongo,y ojalá siempre tuvieraganas de cantar, señora.

ANGUSTIAS(Riendo.)¡Qué chiquilla!(AMPARO coge un membrillo y lo muerde.)

LUCÍA(Enfadada.)¡Estáte quieta!

AMPARO(Habla con lo agrio de la fruta entre los dientes.)¡Buen membrillo!(Le da un calofrío por lo fuerte del ácido, y guiña.)

ANGUSTIAS(Con las manos en la cara.)¡Yo no puedomirar!

LUCÍA(Un poco sofocada.)¿No te da vergüenza?

AMPAROPero ¿no sale Mariana?Voy a llamar en su puerta.(Va corriendo y llama.)¡Mariana, sal pronto, hijita!

LUCÍA¡Perdonad, señora!

ANGUSTIAS(Suave.)¡Déjala!

Escena III

La puerta se abre, y aparece MARIANA, vestida de malva claro, con un peinado de bucles, peineta y una gran rosa roja detrás de la oreja. No tiene más que una sortija de diamantes en su mano siniestra. Aparece preocupada, y da muestras, conforme avanza el diálogo, de vivísima inquietud. Al entrar MARIANA en escena, las dos muchachas corren a su encuentro.

AMPARO(Besándola.)¿Cómo has tardado?

MARIANA(Cariñosa.)¡Niñas!

LUCÍA(Besándola.)¡Marianita!

AMPARO¡A mí otro beso!

LUCÍA¡Y otro a mí!

MARIANA¡Preciosas!(A doña ANGUSTIAS.)¿Trajeron una carta?

ANGUSTIAS¡No!(Queda pensativa.)

AMPARO(Acariciándola.)Tú, siemprejoven y guapa.

MARIANA(Sonriendo con amargura.)¡Ya pasé los treinta!

AMPARO¡Pues parece que tienes quince!(Se sientan en un amplio sofá, una a cada lado. Doña ANGUSTIAS recoge su libro y arregla una cómoda.)

MARIANA(Siempre con un dejo de melancolía.)¡Amparo!¡Viudita y con dos niños!

LUCÍA¿Cómo siguen?

MARIANAHan llegado ahora mismo del colegio,y estarán en el patio.

ANGUSTIASVoy a ver.No quiero que se mojen en la fuente.¡Hasta luego, hijas mías!

LUCÍA(Fina siempre.)¡Hasta luego!(Se va doña ANGUSTIAS.)

Escena IV

MARIANA¿Tu hermano Fernando, cómo sigue?

LUCÍADijoque vendría a buscarnos, para saludarte.(Ríe)Se estaba poniendo su levita azul.Todo lo que tienes le parece bien.Quiere que vistamos como tú te vistes.Ayer...

AMPARO(Que tiene siempre que hablar, la interrumpe.)Ayer mismo nos dijo que tú(LUCÍA queda seria.)tenías en los ojos... ¿Qué dijo?

LUCÍA(Enfadada.)¿Me dejashablar?(Hace intención de hacerlo.)

AMPARO(Rápida)¡Ya me acuerdo! Dijo que en tus ojoshabía un constante desfile de pájaros.(Le coge la cabeza por la barbilla y le mira los ojos.)Un temblor divino, como de agua clara,sorprendida siempre bajo el arrayán,o temblor de luna sobre una peceradonde un pez de plata finge rojo sueño.

LUCÍA(Sacudiendo a MARIANA)¡Mira! Lo segundo son inventos de ella.(Ríe.)

AMPARO¡Lucía, eso dijo!

MARIANA¡Qué bien me causáiscon vuestra alegría de niñas pequeñas!La misma alegría que debe sentirel gran girasol, al amanecer,cuando sobre el tallo de la noche veaabrirse el dorado girasol del cielo.(Les coge las manos.)La misma alegría que la viejecillasiente cuando el sol se duerme en sus manosy ella lo acaricia creyendo que nuncanoche y el frío cercarán su casa.

LUCÍA¡Te encuentro muy triste!

AMPARO¿Qué tienes?(Entra CLAVELA.)

MARIANA(Levantándose rápidamente)¡Clavela!¿Llegó? ¡Di!

CLAVELA(Triste)¡Señora, no ha venido nadie!(Cruza la escena y se va.)

LUCÍASi esperas visita, nos vamos.

AMPAROLo dices,y salimos.

MARIANA(Nerviosa)¡Niñas, tendré que enfadarme!

AMPARONo me has preguntado por mi estancia en Ronda.

MARIANAEs verdad que fuiste; ¿y has vuelto contenta?

AMPAROMucho. Todo el día baila que te baila.(MARIANA está inquieta, y, llena de angustia mira a las puertas y se distrae.)

LUCÍA(Seria.)Vámonos, Amparo.

MARIANA(Inquieta por algo que ocurre fuera de la escena.)¡Cuéntame! Si vierascómo necesito de tu fresca risa,cómo necesito de tu gracia joven.Mi alma tiene el mismo color del vestido.(MARIANA sigue de pie.)

AMPAROQué cosas tan lindas dices, Marianilla.

LUCÍA¿Quieres que te traiga una novela?

AMPAROTráelela plaza de toros de la ilustre Ronda.(Ríen. Se levanta y se dirige a MARIANA.)¡Siéntate!(MARIANA se sienta y la besa.)

MARIANA(Resignada.)¿Estuviste en los toros?

LUCÍA¡Estuvo!

AMPAROEn la corrida más grandeque se vio en Ronda la vieja.Cinco toros de azabache,con divisa verde y negra.Yo pensaba siempre en ti;yo pensaba: si estuvieraconmigo mi triste amiga,mi Marianita Pineda.Las niñas venían gritandosobre pintadas calesascon abanicos redondosbordados de lentejuelas.Y los jóvenes de Rondasobre jacas pintureras,los anchos sombreros grisescalados hasta las cejas.La plaza, con el gentío,calañés y altas peinetas,giraba como un zodíacode risas blancas y negras.Y cuando el gran Cayetanocruzó la pajiza arenacon traje color manzana,bordado de plata y seda,destacándose gallardoentre la gente de bregafrente a los toros zainosque España cría en su tierra,parecía que la tardese ponía más morena.¡Si hubieras visto con quégracia movía las piernas!¡Qué gran equilibrio el suyocon la capa y la muleta!Ni Pepe-Hillo ni nadietoreó como él torea.Cinco toros mató; cinco,con divisa verde y negra.En la punta de su estoquecinco flores dejó abiertas,y a cada instante rozabalos hocicos de las fieras,como una gran mariposade oro con alas bermejas.La plaza, al par que la tarde,vibraba fuerte, violenta,y entre el olor de la sangreiba el olor de la sierra.Yo pensaba siempre en ti;yo pensaba: si estuvieraconmigo mi triste amiga,mi Marianita Pineda.

MARIANA(Emocionada y levantándose)¡Yo te querré siempre a titanto como tú me quieras!

LUCÍA(Se levanta.)Nos retiramos; si siguesescuchando a esta torera,hay corrida para rato.

AMPAROY dime: ¿estás más contenta?porque este cuello, ¡oh, qué cuello!,(La besa en el cuello.)no se hizo para la pena.

LUCÍA(En la ventana)Hay nubes por Parapanda.Lloverá, aunque Dios no quiera.

AMPARO¡Este invierno va a ser de agua!¡No podré lucir!

LUCÍA¡Coqueta!

AMPARO¡Adiós, Mariana!

MARIANA¡Adiós, niñas!(Se besan.)

AMPARO¡Que te pongas más contenta!

MARIANATardecillo es. ¿Queréisque os acompañe Clavela?

AMPARO¡Gracias! Pronto volveremos.

LUCÍA¡No bajes, no!

MARIANA¡Hasta la vuelta!(Salen.)

Escena V

MARIANA atraviesa rápidamente la escena y mira la hora en uno de esos grandes relojes dorados, donde sueña toda la poesía exquisita de la hora y el siglo. Se asoma a los cristales y ve la última luz de la tarde.

MARIANASi toda la tarde fueracomo un gran pájaro, ¡cuántasduras flechas lanzaríapara cerrarle las alas!Hora redonda y oscuraque me pesa en las pestañas.Dolor de viejo lucerodetenido en mi garganta.Ya debieran las estrellasasomarse a mi ventanay abrirse lentos los pasospor la calle solitaria.¡Con qué trabajo tan grandedeja la luz a Granada!Se enreda entre los cipreseso se esconde bajo el agua.¡Y esta noche que no llega!(Con angustia.)¡Noche temida y soñada;que me hieres ya de lejoscon larguísimas espadas!

FERNANDO(En la puerta.)Buenas tardes.

MARIANA(Asustada.)¿Qué?(Reponiéndose.)¡Fernando!

FERNANDO¿Te asusto?

MARIANANo te esperaba(Reponiéndose.)y tu voz me sorprendió.

FERNANDO¿Se han ido ya mis hermanas?

MARIANAAhora mismo. Se olvidaronde que vendrías a buscarlas.(FERNANDO viste elegantemente la moda de época. Mira y habla apasionadamente. Tiene dieciocho años. A veces le temblará la voz y se turbará a menudo.)

FERNANDO¿Interrumpo?

MARIANASiéntate.(Se sienta.)

FERNANDO(Lírico.)¡Cómo me gusta tu casa!Con este olor a membrillos.(Aspira.)Y qué preciosa fachadatienes..., llena de pinturasde barcos y de guirnaldas.

MARIANA(Interrumpiéndole.)¿Hay mucha gente en la calle?(Inquieta.)

FERNANDO(Sonríe.)¿Por qué preguntas?

MARIANA(Turbada.)Por nada.

FERNANDOPues hay mucha gente.

MARIANA(Impaciente.)¿Dices?

FERNANDOAl pasar por Bibarramblahe visto dos o tres gruposde gente envuelta en sus capas,que aguantando el airecilloa pie firme comentabanel suceso.

MARIANA(Ansiosamente.)¿Qué suceso?

FERNANDO¿Sospechas de qué se trata?

MARIANA¿Cosas de masonería?

FERNANDOUn capitán que se llama...(MARIANA está como en vilo.)no recuerdo..., liberal,prisionero de importancia,se ha fugado de la cárcelde la Audiencia.(Vuelto a MARIANA.)¿Qué te pasa?

MARIANARuego a Dios por él. ¿Se sabesi le buscan?

FERNANDOYa marchaban,antes de venir yo aquí,un grupo de tropas haciael Genil y sus puentespara ver si lo encontraban,y es fácil que lo detengancamino de la Alpujarra.¡Qué triste es esto!

MARIANA(Llena de angustia.)¡Dios mío!

FERNANDOY las gentes cómo aguantan.Señores, ya es demasiado.El preso, como un fantasma,se escapó; pero Pedrosaya buscará su garganta.Pedrosa conoce el sitiodonde la vena es más ancha,por donde brota la sangremás caliente y encarnada.¡Qué chacal! ¿Tú le conoces?(La luz se va retirando de la escena.)

MARIANADesde que llegó a Granada.

FERNANDO(Sonriendo.)¡Bravo amigo, Marianita!

MARIANALe conocí por desgracia.Él está amable conmigoy hasta viene por mi casa,sin que yo pueda evitarlo.¿Quién le impediría la entrada?

FERNANDOOjo, que es un viejo verde.

MARIANAEs un hombre que me espanta.

FERNANDO¡Qué gran alcalde del crimen!

MARIANA¡No puedo mirar su cara!

FERNANDO(Serio.)¿Te da mucho miedo?

MARIANA¡Mucho!Ayer tarde yo bajabapor el Zacatín. Volvíade la iglesia de Santa Ana,tranquila; pero de prontovi a Pedrosa. Se acercaba,seguido de dos golillas,entre un grupo de gitanas.¡Con un aire y un silencio!...¡Él notó que yo temblaba!(La escena está en una dulce penumbra.)

FERNANDO¡Bien supo el rey lo que se hizoal mandarlo aquí a Granada!

MARIANA(Levantándose.)Ya es noche. ¡Clavela! ¡Luces!

FERNANDOAhora los ríos sobre España,en vez de ser ríos sonlargas cadenas de agua.

MARIANAPor eso hay que mantenerla cabeza levantada.

CLAVELA(Entrando con dos candelabros.)¡Señora, las luces!

MARIANA(Palidísima y en acecho.)¡Déjalas!(Llaman fuertemente a la puerta.)

CLAVELA¡Están llamando!(Coloca las luces.)

FERNANDO(Al ver a MARIANA descompuesta.)¡Mariana!¿Por qué tiemblas de ese modo?

MARIANA(A CLAVELA, gritando en voz baja.)¡Abre pronto, por Dios, anda!(Sale CLAVELA corriendo. MARIANA queda en actitud expectante junto a la puerta, y FERNANDO, de pie.)

Escena VI

FERNANDOSentiría en el alma ser molesto...Marianita, ¿qué tienes?

MARIANA(Angustiada exquisitamente)Esperando,los segundos se alargan de manerairresistible.

FERNANDO(Inquieto)¿Bajo yo?

MARIANAUn caballose aleja por la calle. ¿Tú lo sientes?

FERNANDOHacia la vega corre.(Pausa)

MARIANAYa ha cerradoel postigo Clavela.

FERNANDO¿Quién será?

MARIANA(Turbada y reprimiendo una honda angustia)¡Yo no lo sé!(Aparte)¡Ni siquiera pensarlo!

CLAVELA(Entrando)Una carta, señora.(MARIANA coge la carta ávidamente.)

FERNANDO(Aparte.)¡Qué será!

CLAVELAMe la entregó un jinete. Iba embozadohasta los ojos. Tuve mucho miedo.Soltó las bridas y se fue volandohacia lo oscuro de la plazoleta.

FERNANDODesde aquí lo sentimos.

MARIANA¿Le has hablado?

CLAVELANi yo le dije nada, ni él a mí.Lo mejor es callar en estos casos.(FERNANDO cepilla el sombrero con la manga; tiene el semblante inquieto.)

MARIANA(Con la carta.)¡No la quisiera abrir! ¡Ay, quién pudieraen esta realidad estar soñando!¡Señor, no me quitéis lo que más quiero!(Rasga la carta y lee.)

FERNANDO(A CLAVELA, ansiosamente.)Estoy confuso. ¡Esto es tan extraño!Tú sabes lo que tiene. ¿Qué le ocurre?

CLAVELAYa le he dicho que no lo sé.

FERNANDO(Discreto.)Me callo.Pero...

CLAVELA(Continuando la frase.)¡Pobre doña Mariana mía!

MARIANA(Agitada.)¡Acércame, Clavela, el candelabro!(CLAVELA se lo acerca corriendo. FERNANDO cuelga lentamente la capa sobre sus hombros.)

CLAVELA(A MARIANA.)¡Dios nos guarde, señora de mi vida!

FERNANDO(Azorado e inquieto.)Con tu permiso...

MARIANA(Queriendo reponerse.)¿Ya te vas?

FERNANDOMe marcho;voy al café de la Estrella.

MARIANA(Tierna y suplicante.)Perdonaestas inquietudes...

FERNANDO(Digno.)¿Necesitas algo?

MARIANA(Conteniéndose)Gracias... Son asuntos familiares hondos,y tengo yo misma que solucionarlos.

FERNANDOYo quisiera verte contenta. Diréa mis hermanillas que vengan un rato,y ojalá pudiera prestarte mi ayuda.Adiós, que descanses.(Le estrecha la mano.)

MARIANAAdiós.

FERNANDOBuenas noches,

CLAVELASalga, que yo le acompaño.(Se van.)

MARIANA(En el momento de salir FERNANDO da rienda suelta a su angustia.)¡Pedro de mi vida! ¿Pero quién irá?Ya cercan mi casa los días amargos.Y este corazón, ¿adónde me lleva,que hasta de mis hijos me estoy olvidando?¡Tiene que ser pronto y no tengo a nadie!¡Yo misma me asombro de quererle tanto!¿Y si le dijese... y él lo comprendiera?¡Señor, por la llaga de vuestro costado!(Sollozando.)Por las clavellinas de su dulce sangre,enturbia la noche para los soldados.(En un arranque, viendo el reloj.)¡Es preciso! ¡Tengo que atreverme a todo!(Sale corriendo hacia la puerta.)¡Fernando!

CLAVELA(Que entra.)¡En la calle, señora!

MARIANA(Asomándose rápidamente a la ventana.)¡Fernando!

CLAVELA(Con las manos cruzadas.)¡Ay, doña Mariana, qué malita está!Desde que usted puso sus preciosas manosen esa bandera de los liberales,aquellos colores de flor de granadodesaparecieron de su cara.

MARIANA(Reponiéndose.)Abre,y respeta y ama lo que estoy bordando.

CLAVELA(Saliendo.)Dios dirá; los tiempos cambian con el tiempo.Dios dirá. ¡Paciencia!(Sale.)

MARIANATengo, sin embargo,que estar muy serena, muy serena; aunqueme siento vestida de temblor y llanto.

Escena VII

Aparece en la puerta FERNANDO, con el alto sombrero de cintas entre sus manos enguantadas. Le precede CLAVELA.

FERNANDO(Entrando, apasionado.)¿Qué quieres?

MARIANA(Firme.)Hablar contigo.(A CLAVELA.)Puedes irte.

CLAVELA(Marchándose, resignada.)¡Hasta mañana!(Se va, turbada, mirando con ternura y tristeza a su señora. Pausa.)

FERNANDODime, pronto.

MARIANA¿Eres mi amigo?

FERNANDO¿Por qué preguntas, Mariana?(MARIANA se sienta en una silla, de perfil al público, y FERNANDO junto a ella, un poco de frente, componiendo una clásica estampa de la época.)¡Ya sabes que siempre fui!

MARIANA¿De corazón?

FERNANDO¡Soy sincero!

MARIANA¡Ojalá que fuese así!

FERNANDOHablas con un caballero.(Poniéndose la mano sobre la blanca pechera.)

MARIANA(Segura.)¡Lo sé!

FERNANDO¿Qué quieres de mí?

MARIANAQuizá quiera demasiadoy por eso no me atrevo.

FERNANDONo quieras ver disgustadoeste corazón tan nuevo.Te sirvo con alegría.

MARIANA(Temblorosa.)Fernando, ¿y si fuera...?

FERNANDO(Ansiosamente.)¿Qué?

MARIANAAlgo peligroso.

FERNANDO(Decidido.)Iría.Con toda mi buena fe.

MARIANA¡No puedo pedirte nada!Pero esto no puede ser.Como dicen por Granada,¡soy una loca mujer!

FERNANDO(Tierno.)Marianita.

MARIANA¡Yo no puedo!

FERNANDO¿Por qué me llamaste? Di

MARIANA(En un arranque trágico.)Porque tengo mucho miedo,de morirme sola aquí.

FERNANDO¿De morirte?

MARIANA(Tierna y desesperada.)Necesito,para seguir respirando,que tú me ayudes, mocito.

FERNANDO(Lleno de pasión.)Mis ojos te están mirando,y no lo debes dudar.

MARIANAPero mi vida está fuera,por el aire, por la mar,por donde yo no quisiera.

FERNANDO¡Dichosa la sangre míasi puede calmar tu pena!

MARIANANo; tu sangre aumentaríael grosor de mi cadena.(Se lleva decidida las manos al pecho para sacar la carta. FERNANDO tiene una actitud expectante y conmovida.)¡Confío en tu corazón!(Saca la carta. Duda.)¡Qué silencio el de Granada!Fija, detrás del balcón,hay puesta en mí una mirada.

FERNANDO(Extrañado.)¿Qué estás hablando?

MARIANAMe mira(Levantándose.)la garganta, que es hermosa,y toda mi piel se estira.¿Podrás conmigo, Pedrosa?(En un arranque.)Toma esta carta, Fernando.Lee despacio y entendiendo.¡Sálvame! Que estoy dudandosi podré seguir viviendo.(FERNANDO coge la carta y la desdobla. En este momento, el reloj da las ocho lentamente. Las luces topacio y amatista de las velas hacen temblar líricamente la habitación. MARIANA pasea la escena y mira angustiada al joven. Este lee el comienzo de la carta y tiene un exquisito, pero contenido, gesto de dolor y desaliento. Pausa, en la que se oye el reloj y se siente la angustia de MARIANITA.)

FERNANDO(Leyendo la carta, con sorpresa, y mirando asombrado y triste a MARIANA.)"Adorada Marianita."

MARIANANo interrumpas la lectura.Un corazón necesitalo que pide en la escritura.

FERNANDO(Leyendo, desalentado, aunque sin afectación.)"Adorada Marianita: Gracias al traje de capuchino, que tan diestramente hiciste llegar a mi poder, me he fugado de la torre de Santa Catalina, confundido con otros frailes, que salían de asistir a un reo de muerte. Esta noche, disfrazado de contrabandista, tengo absoluta necesidad de salir para Válor y Cadiar, donde espero tener noticias de los amigos. Necesito antes de las nueve el pasaporte que tienes en tu poder y una persona de tu absoluta confianza que espere con un caballo, más arriba de la presa del Genil, para, río adelante, internarme en la sierra. Pedrosa estrechará el cerco como él sabe, y si esta misma noche no parto, estoy irremisiblemente perdido. Me encuentro en la casa del viejo don Luis, que no lo sepa nadie de tu familia, No hagas por verme, pues me consta que estás vigilada. Adiós, Mariana. Todo sea por nuestra divina madre la libertad. Dios me salvará. Adiós, Mariana. Un abrazo y el alma de tu amante. Pedro de Sotomayor."(Enamoradísimo.)¡Mariana!

MARIANA(Rápida, llevándose una mano a los ojos.)¡Me lo imagino!Pero silencio, Fernando.

FERNANDO(Dramático.)¡Cómo has cortado el caminode lo que estaba soñando!(MARIANA protesta mímicamente.)No es tuya la culpa, no;ahora tengo que ayudara un hombre que empiezo a odiar,y el que te quiere soy yo.El que de niño te amaralleno de amarga pasión.Mucho antes de que robaradon Pedro tu corazón.¡Pero quién te deja en estatriste angustia del momento!Y torcer mi sentimiento¡ay qué trabajo me cuesta!

MARIANA(Orgullosa.)¡Pues iré sola!(Humilde.)¡Dios mío,tiene que ser al instante!

FERNANDOYo iré en busca de tu amantepor la ribera del río.

MARIANA(Orgullosa y corrigiendo la timidez y tristeza de FERNANDO al decir "amante".)Decirte cómo le quierono me produce rubor.Me escuece dentro su amory relumbra todo entero.Él ama la libertady yo la quiero más que él.Lo que dice es mi verdadagria, que me sabe a miel.Y no me importa que el díacon la noche se enturbiara,que con la luz que emanarasu espíritu viviría.Por este amor verdaderoque muerde mi alma sencillame estoy poniendo amarillacomo la flor del romero.

FERNANDO(Fuerte.)Mariana, dejo que vuelentus quejas. Mas ¿no has oídoque el corazón tengo heridoy las heridas me duelen?

MARIANA(Popular.)Pues si mi pecho tuvieravidrieritas de cristal,te asomaras y lo vierasgotas de sangre llorar.

FERNANDO¡Basta! ¡Dame el documento!(MARIANA se va a una cómoda rápidamente.)¿Y el caballo?

MARIANA(Sacando los papeles.)En el jardín.Si vas a marchar, al fin,no hay que perder un momento.

FERNANDO(Rápido y nervioso.)Ahora mismo.(MARIANA le da los papeles.)

FERNANDO¿Y aquí va?...

MARIANA(Desazonada.)Todo.

FERNANDO(Guardándose el documento en la levita.)¡Bien!

MARIANA¡Perdón, amigo!Que el Señor vaya contigo.Yo espero que así sea.

FERNANDO(Natural, digno y suave, poniéndose lentamente la capa.)Yo espero que así será.Está la noche cerrada.No hay luna, y aunque la hubiera,los chopos de la riberadan una sombra apretada.Adiós.(Le besa la mano.)Y seca ese llanto,pero quédate sabiendoque nadie te querrá tantocomo yo te estoy queriendo.Que voy con esta misiónpara no verte sufrir,torciendo el hondo sentirde mi propio corazón.(Inicia el mutis.)

MARIANAEvita guarda o soldado...

FERNANDO(Mirándola con ternura.)Por aquel sitio no hay gente.Puedo marchar descuidado.(Amargamente irónico.)¿Qué quieres más?

MARIANA(Turbada y balbuciente.)Sé prudente.

FERNANDO(En la puerta, poniéndose el sombrero.)Ya tengo el alma cautiva;desecha todo temor.Prisionero soy de amor,y lo seré mientras viva.

MARIANAAdiós.(Coge el candelero.)

FERNANDONo salgas, Mariana.El tiempo corre, y yo quieropasar el puente primeroque don Pedro. Hasta mañana.(Salen.)

Escena VIII

La escena queda solitaria medio segundo. Apenas han salido MARIANA y FERNANDO por una puerta, cuando aparece Doña ANGUSTIAS por la de enfrente, con un candelabro. El fino y otoñal perfume de los membrillos invade el ambiente.

ANGUSTIASNiña, ¿dónde estás? ¡Niña!Pero, señor, ¿qué es esto?¿Dónde estabas?

MARIANA(Entrando con un candelabro.)Salíacon Fernando...

ANGUSTIAS¡Qué juegoinventaron los niños!Regáñales.

MARIANA(Dejando el candelabro.)¿Qué hicieron?

ANGUSTIAS¡Mariana, la banderaque bordas en secreto!...

MARIANA(Interrumpiendo, dramáticamente.)¿Qué dices?

ANGUSTIAS... han halladoen el armario viejoy se han tendido en ella¡fingiéndose los muertos!Tilín, talán; abuela,dile al curita nuestroque traiga banderolasy flores de romero;que traigan encarnadasclavellinas del huerto.Ya vienen los obispos,decían uri memento,y cerraban los ojosponiéndose muy serios.Serán cosas de niños;está bien. Mas yo vengomuy mal impresionada,y me da mucho miedola dichosa bandera.

MARIANA(Aterrada.)¿Pero cómo la vieron?¡Estaba bien oculta!

ANGUSTIASMariana, ¡triste tiempopara esta antigua casa,que derrumbarse veo,sin un hombre, sin nadie,en medio del silencio!Y luego, tú...

MARIANA(Desorientada y con aire trágico.)¡Por Dios!

ANGUSTIASMariana, ¿tú qué has hecho?Cercar estas paredesde guardianes secretos.

MARIANATengo el corazón locoY no sé lo que quiero.

ANGUSTIAS¡Olvídalo, Mariana!

MARIANA(Con pasión.)¡Olvidarlo no puedo!(Se oyen risas de niños.)

ANGUSTIAS(Haciendo señas para que MARIANA calle.)Los niños.

MARIANAVamos pronto.¿Cómo alcanzaron eso?

ANGUSTIASAsí pasan las cosas.¡Mariana, piensa en ellos!(Coge un candelabro.)

MARIANASí, sí; tienes razón.Tienes razón. ¡No pienso!(Salen.)

Telón.

Estampa Segunda

Sala principal en la casa de MARIANA. Entonación en grises, blancos y marfiles, como una antigua litografía. Estrado blanco, a estilo Imperio. Al fondo, una puerta con una cortina gris, y puertas laterales. Hay una consola con urna y grandes ramos de flores de seda. En el centro de la habitación, un pianoforte y candelabros de cristal. Es de noche. Están en escena la CLAVELA y los NIÑOS de MARIANA. Visten la deliciosa moda infantil de la época. La CLAVELA está sentada, y a los lados, en taburetes, los NIÑOS. La estancia es limpia y modesta, aunque conservando ciertos muebles de lujo heredados por MARIANA.

Escena Primera

CLAVELANo cuento más.(Se levanta.)

NIÑO(Tirándole del vestido)Cuéntanos otra cosa.

CLAVELA¡Me romperás el vestido!

NIÑA(Tirando)Es muy malo.

CLAVELA(Echándoselo en cara.)Tu madre lo compró.

NIÑO(Riendo y tirando del vestido para que se siente.)¡Clavela!

CLAVELA(Sentándose a la fuerza y riendo también.)¡Niños!

NIÑAEl cuento aquel del príncipe gitano.

CLAVELALos gitanos no fueron nunca príncipes.

NIÑA¿Y por qué?

NIÑONo los quiero a mi lado.Sus madres son las brujas.

NIÑA(Enérgica.)¡Embustero!

CLAVELA(Reprendiéndola.)¡Pero niña!

NIÑASi ayer vi yo rezandoal Cristo de la Puerta Real dos de ellos.Tenían unas tijeras así..., y cuatroborriquitos peludos que miraban...con unos ojos..., y movían los rabosdale que le das. ¡Quién tuviera alguno!

NIÑO(Doctoral.)Seguramente los habían robado,

CLAVELANi tanto ni tan poco. ¿Qué se sabe?(Los niños se hacen burla sacando la lengua.)¡Chitón!

NIÑO¿Y el romancillo del bordado?

NIÑA¡Ay duque de Lucena! ¿Cómo dice?

NIÑOOlivarito, olivo..., está bordado.(Como recordando.)

CLAVELAOs lo diré; pero cuando se acabe,en seguida a dormir.

NIÑOBueno.

NIÑA¡Enterados!

CLAVELA(Se persigna lentamente, y los niños la imitan, mirándola.)Bendita sea por siemprela Santísima Trinidad,y guarde al hombre en la sierray al marinero en el mar.A la verde, verde orilladel olivarito está...

NIÑA(Tapando con una mano la boca a CLAVELA y continuando ella.)Una niña bordando.¡Madre! ¿Qué bordará?

CLAVELA(Encantada de que la niña lo sepa.)Las agujas de plata,bastidor de cristal,bordaba una bandera,cantar que te cantar.Por el olivo, olivo,¡madre, quién lo dirá!

NIÑO(Continuando.)Venía un andaluz,bien plantado y galán.(Aparece por la puerta del fondo MARIANA, vestida de amarillo claro, un amarillo de libro viejo, y se oye el romance, glosando con gestos lo que en ella evoca la idea de bandera y muerte.)

CLAVELANiña, la bordadora,mi vida, ¡no bordar!que el duque de Lucenaduerme y dormirá.

NIÑALa niña le responde:"No dices la verdad:el duque de Lucename ha mandado bordaresta roja banderaporque a la guerra va."

NIÑOPor las calles de Córdobalo llevan a enterrar,muy vestido de fraileen caja de coral.

NIÑA(Como soñando.)La albahaca y los clavelessobre la caja van,y un verderol antiguocantando el pío pa.

CLAVELA(Con sentimiento.)¡Ay duque de Lucena,ya no te veré más!La bandera que bordode nada servirá.En el olivaritome quedaré a mirarcómo el aire menealas hojas al pasar.

NIÑOAdiós, niña bonita,espigada y juncal,me voy para Sevilla,donde soy capitán.

CLAVELAY a la verde, verde orilladel olivarito estáuna niña morenallorar que te llorar.(Los niños hacen un gesto de satisfacción. Han seguido el romance con alto interés.)

Escena II

MARIANA(Avanzando.)Es hora de acostarse.

CLAVELA(Levantándose y a los niños.)¿Habéis oído?

NIÑA(Besando a MARIANA.)Mamá, acuéstanos tú.

MARIANAHija, no puedo,yo tengo que coserte una capita.

NIÑO¿Y para mí?

CLAVELA(Riendo.)¡Pues claro está!

MARIANAUn sombrerocon una cinta verde y dos naranja.(Lo besa.)

CLAVELA¡A la costa, mis niños!

NIÑO(Volviendo.)Yo lo quierocomo los hombres: alto y grande, ¿sabes?

MARIANA¡Lo tendrás, primor mío!

NIÑAY entra luego;me gustará sentirte, que esta nocheno se ve nada y hace mucho viento.

MARIANA(Bajo a CLAVELA.)Cuando acabes, te bajas a la puerta.

CLAVELAPronto será; los niños tienen sueño.

MARIANA¡Que recéis sin reíros!

CLAVELA¡Sí, señora!

MARIANA(En la puerta.)Una salve a la Virgen y dos credosal Santo Cristo del Mayor Dolor,para que nos protejan.

NIÑARezaremosla oración de San Juan y la que ruegapor caminantes y por marineros.(Entran. Pausa.)

Escena III

MARIANA(En la puerta.)Dormir tranquilamente, niños míos,mientras que yo, perdida y loca, siento(lentamente)quemarse con su propia lumbre vivaesta rosa de sangre de mi pecho.Soñar en la verbena y el jardínde Cartagena, luminoso y fresco,y en la pájara pinta que se meceen las ramas del verde limonero.Que yo también estoy dormida, niños,y voy volando por mi propio sueño,como van, sin saber adónde van,los tenues vilanicos por el viento.

Escena IV

Aparece Doña ANGUSTIAS en la puerta y en un aparte.

ANGUSTIASVieja y honrada casa, ¡qué locura!(A MARIANA.)Tienes una visita.

MARIANA¿Quién?

ANGUSTIAS¡Don Pedro!(MARIANA sale corriendo hacia la puerta.)¡Serénate, hija mía! ¡No es tu esposo!

MARIANATienes razón. ¡Pero no puedo!

Escena V

MARIANA llega corriendo a la puerta en el momento en que don PEDRO entra por ella. Don PEDRO tiene treinta y seis años. Es un hombre simpático, sereno y fuerte. Viste correctamente y habla de una manera dulce. MARIANA le tiende los brazos y le estrecha las manos. Doña ANGUSTIAS adopta una triste y reservada actitud. Pausa.

PEDRO(Efusivo.)Gracias, Mariana, gracias.

MARIANA(Casi sin hablar)Cumplí con mi deber.(Durante esta escena dará MARIANA muestras de una vehementísima y profunda pasión.)

PEDRO(Dirigiéndose a doña ANGUSTIAS.)Muchas gracias, señora.

ANGUSTIAS(Triste.)¿Y por qué? Buenas noches.(A MARIANA.)Yo me voycon los niños.(Aparte.)¡Ay, pobre Marianita!(Sale. Al salir ANGUSTIAS, PEDRO, efusivo, enlaza a MARIANA por el talle.)

PEDRO(Apasionado.)¡Quién pudiera pagarte lo que has hecho por mí!Toda mi sangre es nueva, porque tú me la has dadoexponiendo tu débil corazón al peligro.¡Ay, qué miedo tan grande tuve por él, Mariana!

MARIANA(Cerca y abandonada.)¿De qué sirve mi sangre, Pedro, si tú murieras?Un pájaro sin aire, ¿puede volar? ¡Entonces...!(Bajo.)Yo no podré decirte cómo te quiero nunca;a tu lado me olvido de todas las palabras.

PEDRO(Con voz suave.)¡Cuántos peligros corres sin el menor desmayo!¡Qué sola estás, cercada de maliciosa gente!¡Quién pudiera librarte de aquellos que te acechancon mi propio dolor y mi vida, Mariana!¡Día y noche, qué largos sin ti por esa sierra!

MARIANA(Echando la cabeza en el hombro y como soñando.)¡Así! Deja tu aliento sobre mi frente. Limpiaesta angustia que tengo y este sabor amargo;esta angustia de andar sin saber dónde voy,y este sabor de amor que me quema la boca.(Pausa. Se separa rápidamente del caballero y le coge los codos.)¡Pedro! ¿No te persiguen? ¿Te vieron entrar?

PEDRONadie.(Se sienta.)Vives en una calle silenciosa, y la nochese presenta endiablada.

MARIANAYo tengo mucho miedo.

PEDRO(Cogiéndole una mano.)¡Ven aquí!Mariana:(Se sienta.)Mucho miedo de que esto se adivine,de que pueda matarte la canalla realista.Y si tú...(Con pasión.)yo me muero, lo sabes, yo me muero.

PEDRO(Con pasión.)¡Marianita, no temas! ¡Mujer mía! ¡Vida mía!En el mayor sigilo conspiramos. ¡No temas!La bandera que bordas temblará por las callesentre el calor entero del pueblo de Granada.Por ti la Libertad suspirada por todospisará tierra dura con anchos pies de plata.Pero si así no fuese; si Pedrosa...

MARIANA(Aterrada.)¡No sigas!

PEDRO... sorprende nuestro grupo y hemos de morir...

MARIANA¡Calla!

PEDROMariana, ¿qué es el hombre sin libertad? ¿Sin esaluz armoniosa y fija que se siente por dentro?¿Cómo podría quererte no siendo libre, dime?¿Cómo darte este firme corazón si no es mío?No temas; ya he burlado a Pedrosa en el campo,y así pienso seguir hasta vencer contigo,que me ofreces tu amor y tu casa y tus dedos.

MARIANA¡Y algo que yo no sé decir, pero que existe!¡Qué bien estoy contigo! Pero aunque alegre notoun gran desasosiego que me turba y enoja;me parece que hay hombres detrás de las cortinas,que mis palabras suenan claramente en la calle.

PEDRO(Amargo.)¡Eso sí! ¡Qué mortal inquietud, qué amargura!¡Qué constante pregunta al minuto lejano!¡Qué otoño interminable sufrí por esa sierra!¡Tú no lo sabes!

MARIANADime: ¿corriste gran peligro?

PEDROEstuve casi en manos de la justicia,(MARIANA hace un gesto de horror.)perome salvó el pasaporte y el caballo que enviastecon un extraño joven, que no me dijo nada.

MARIANA(Inquieta y sin querer recordar.)Y dime.

PEDRO¿Por qué tiemblas?

MARIANA(Nerviosa.)Sigue. ¿Después?

PEDRODespuésvagué por la Alpujarra. Supe que en Gibraltarhabía fiebre amarilla; la entrada era imposible,y esperé bien oculto la ocasión. ¡Ya ha llegado!Venceré con tu ayuda, ¡Mariana de mi vida!¡Libertad, aunque con sangre llame a todas las puertas!

MARIANA(Radiante.)¡Mi victoria consiste en tenerte a mi vera!En mirarte los ojos mientras tú no me miras.Cuando estás a mi lado olvido lo que sientoy quiero a todo el mundo:hasta al rey y a Pedrosa.Al bueno como al malo, ¡Pedro!, cuando se quierese está fuera del tiempo,y ya no hay día ni noche, ¡sino tú y yo!

PEDRO(Abrazándola.)¡Mariana!Como dos blancos ríos de rubor y silencio,así enlazan tus brazos mi cuerpo combatido.

MARIANA(Cogiéndole la cabeza.)Ahora puedo perderte, puedo perder tu vida.Como la enamorada de un marinero locoque navegara eterno sobre una barca vieja,acecho un mar oscuro, sin fondo ni oleaje,en espera de gentes que te traigan ahogado.

PEDRONo es hora de pensar en quimeras, que es horade abrir el pecho a bellas realidades cercanasde una España cubierta de espigas y rebaños,donde la gente coma su pan con alegría,en medio de estas anchas eternidades nuestrasy esta aguda pasión de horizonte y silencio.España entierra y pisa su corazón antiguo,su herido corazón de Península andante,y hay que salvarla pronto con manos y con dientes.

MARIANA(Pasional.)Y yo soy la primera que lo pide con ansia.Quiero tener abiertos mis balcones al solpara que llene el suelo de flores amarillasy quererte, segura de tu amor sin que nadieme aceche, como en este decisivo momento.(En un arranque.)¡Pero ya estoy dispuesta!(Se levanta.)

PEDRO(Entusiasmado, se levanta.)¡Así me gusta verte,hermosa Marianita! Ya no tardarán mucholos amigos, y alientaese rostro bravío y esos ojos ardientes(Amoroso.)sobre tu cuello blanco, que tiene luz de luna.(Fuera comienza a llover y se levanta el viento. MARIANA hace señas a PEDRO de que calle.)

Escena VI

CLAVELA(Entrando.)Señora... Me parece que han llamado.(PEDRO y MARIANA adoptan actitudes indiferentes. Dirigiéndose a don PEDRO.)¡Don Pedro!

PEDRO(Sereno.)¡Dios te guarde!

MARIANA¿Tú sabes quién vendrá?

CLAVELASí, señora; lo sé.

MARIANA¿La seña?

CLAVELANo la olvido.

MARIANAAntes de abrir, que mires por la mirilla grande.

CLAVELAAsí lo haré, señora.

MARIANANo enciendas luz ninguna,pero ten en el patioun velón prevenido,y cierra la ventana del jardín.

CLAVELA(Marchándose.)En seguida.

MARIANA¿Cuántos vendrán?

PEDROMuy pocos.Pero los que interesan.

MARIANA¿Noticias?

PEDROLas habrádentro de unos instantes.Si, al fin, hemos de alzarnos,decidiremos.

MARIANA¡Calla!(Hace ademán a don PEDRO de que se calle, y queda escuchando. Fuera se oye la lluvia y el viento.)¡Ya están aquí!

PEDRO(Mirando el reloj.)Puntuales,como buenos patriotas.¡Son gente decidida!

MARIANA¡Dios nos ayude a todos!

PEDRO¡Ayudará!

MARIANA¡Debiera,si mirase a este mundo!(MARIANA, corriendo, avanza hasta la puerta y levanta la gran cortina del fondo.)¡Adelante, señores!

Escena VII

Entran tres caballeros con amplias capas grises; uno de ellos lleva patillas, MARIANA y don PEDRO los reciben amablemente. Los caballeros dan la mano a MARIANA y a don PEDRO.

MARIANA(Dando la mano al CONSPIRADOR 1.)¡Ay, qué manos tan frías!

CONSPIRADOR 1(Franco.)¡Hace un fríoque corta! Y me he olvidado de los guantes;pero aquí se está bien.

MARIANA¡Llueve de veras!

CONSPIRADOR 3(Decidido.)¡El Zacatín estaba intransitable.(Se quitan las capas, que sacuden de lluvia.)

CONSPIRADOR 2(Melancólico.)La lluvia, como un sauce de cristal,sobre las casas de Granada cae.

CONSPIRADOR 3Y el Darro viene lleno de agua turbia.

MARIANA¿Les vieron?

CONSPIRADOR 2(Melancólico. Habla poco y pausadamente.)¡No! Vinimos separadoshasta la entrada de esta oscura calle.

CONSPIRADOR 1¿Habrá noticias para decidir?

PEDROLlegaran esta noche, Dios mediante.

MARIANAHablen bajo.

CONSPIRADOR 1(Sonriendo.)¿Por qué, doña Mariana?Toda la gente duerme en este instante.

PEDROCreo que estamos seguros.

CONSPIRADOR 3No lo afirmes;Pedrosa no ha cesado de espiarme,y aunque yo lo despisto sagazmente,continúa en acecho, y algo sabe,(Unos se sientan y otros quedan de pie, componiendo una bella estampa.)

MARIANAAyer estuvo aquí.(Los caballeros hacen un gesto de extrañeza.)¡Como es mi amigono quise, porque no debía, negarme!Hizo un elogio de nuestra ciudad;pero mientras hablaba, tan amable,me miraba..., no sé..., ¡como sabiendo!,(Subrayando.)de una manera penetrante.En una sorda lucha con mis ojosestuvo aquí toda la tarde,y Pedrosa es capaz... ¡de lo que sea!

PEDRONo es posible que pueda figurarse...

MARIANAYo no estoy muy tranquila, y os lo digopara que andemos con cautela grande.De noche, cuando cierro las ventanas,imagino que empuja los cristales.

PEDRO(Mirando el reloj.)Ya son las once y diez. El emisariodebe estar ya muy cerca de esta calle.

CONSPIRADOR 3(Mirando el reloj.)Poco debe tardar.

CONSPIRADOR 1¡Dios lo permita!¡Que me parece un siglo cada instante!(Entra CLAVELA con una bandeja de altas copas de cristal tallado y un frasco lleno de vino rojo, que deja sobre un velador. MARIANA habla con ella.)

PEDROEstarán sobre aviso los amigos.

CONSPIRADOR 1Enterados están. No falta nadie.Todo depende de lo que nos diganesta noche.

PEDROLa situación es grave,pero excelente si la aprovecharnos.(Sale CLAVELA, y MARIANA corre la cortina.)Hay que estudiar hasta el menor detalle,porque el pueblo responde, sin dudar,Andalucía tiene todo el airelleno de Libertad. Esta palabraperfuma el corazón de sus ciudades,desde las viejas torres amarillashasta los troncos de los olivares.Esa costa de Málaga está llenade gente decidida a levantarse:pescadores del Palo, marinerosy caballeros principales.Nos siguen pueblos como Nerja, Vélez,que aguardan las noticias, anhelantes.Hombres de acantilado y mar abierto,y, por lo tanto, libres como nadie.Algeciras acecha la ocasión,y en Granada, señores de linajecomo vosotros exponen su vidade una manera emocionante.¡Ay, qué impaciencia tengo!

CONSPIRADOR 3Como todoslos verdaderamente liberales.

MARIANA(Tímida.)Pero ¿habrá quien os siga?

PEDRO(Convencido.)Todo el mundo.

MARIANA¿A pesar de este miedo?

PEDRO(Seco.)Sí.

MARIANANo hay nadieque vaya a la Alameda del Salóntranquilamente a pasearse,y el café de la Estrella está desierto.

PEDRO(Entusiasta.)¡Mariana, la bandera que bordasteserá acatada por el rey Fernando,mal que le pese a Calomarde!

CONSPIRADOR 3Cuando ya no le quede otro recurso,se rendirá a las huestes liberales,que aunque se finja desvalido y solo,no cabe duda que él hace y deshace.

MARIANA¿No es Fernando un juguete de los suyos?

CONSPIRADOR 3¿No tarda mucho?

PEDRO(Inquieto.)Yo no sé decirte.

CONSPIRADOR 3¿Si lo habrán detenido?

CONSPIRADOR 1No es probable,Obscuridad y lluvia le protegen,y él está siempre vigilante.

MARIANAAhora llega.

PEDROY al fin sabremos algo.(Se levantan y se dirigen a la puerta.)

CONSPIRADOR 3Bien venido, si buenas cartas trae.

MARIANA(Apasionada, a PEDRO.)Pedro, mira por mí. Sé muy prudente,que me falta muy poco para ahogarme.

Escena VIII

Aparece por la puerta el CONSPIRADOR 4. Es un hombre fuerte; campesino rico. Viste el traje popular de la época: sombrero puntiagudo de alas de terciopelo, adornado con borlas de seda; chaqueta con bordados y aplicaduras de paño de todos los colores en los codos, en la bocamanga y en el cuello. El pantalón, de vueltas, sujeto por botones de filigrana, y las polainas, de cuero, abiertas por un costado, dejando ver la pierna. Trae una dulce tristeza varonil. Todos los personajes están de pie cerca de la puerta de entrada. MARIANA no oculta su angustia, y mira, ya al recién llegado, ya a don PEDRO, con un aire doliente y escrutador.

CONSPIRADOR 4¡Caballeros! ¡Doña Mariana!(Estrecha la mano de MARIANA.)

PEDRO(Impaciente.)¿Hay noticias?

CONSPIRADOR 4¡Tan malas como el tiempo!

PEDRO¿Que ha pasado?

CONSPIRADOR 1(Irritado.)Casi lo adivinaba.

MARIANA(A PEDRO.)¿Te entristeces?

PEDRO¿Y las gentes de Cádiz?

CONSPIRADOR 4Todo en vano.Hay que estar prevenidos. El Gobiernopor todas partes nos está acechando.Tendremos que aplazar el alzamiento,o luchar o morir, de lo contrario.

PEDRO(Desesperado.)Yo no sé qué pensar; que tengo abiertauna herida que sangra en mi costado,y no puedo esperar, señores míos.

CONSPIRADOR 3(Fuerte.)Don Pedro, triunfaremos esperando.La situación no puede durar mucho.

CONSPIRADOR 4(Fuerte.)Ahora mismo tenemos que callarnos.Nadie quiere una muerte sin provecho.

PEDRO(Fuerte también.)Mucho dolor me cuesta.

MARIANA(Angustiada.)¡Hablen más bajo!(Se pasea.)

CONSPIRADOR 4España entera calla, ¡pero vive!Guarde bien la bandera.

MARIANALa he mandadoa casa de una vieja amiga mía,allá en el Albaicín, y estoy temblando.Quizá estuviera aquí mejor guardada.

PEDRO¿Y en Málaga?

CONSPIRADOR 4En Málaga, un espanto.El canalla de González Moreno...No se puede contar lo que ha pasado.(Expectación vivísima, MARIANA, sentada en el sofá, junto a don PEDRO, después de todo el juego escénico que ha realizado, oye anhelante lo que cuenta el CONSPIRADOR 4.)Torrijos, el generalnoble, de la frente limpia,donde se estaban mirandolas gentes de Andalucía,caballero entre los duques,corazón de plata fina,ha sido muerto en las playasde Málaga la bravía.Le atrajeron con engañosque él creyó, por su desdicha,y se acercó, satisfechocon sus buques, a la orilla,¡Malhaya el corazón nobleque de los malos se fía!,que al poner el pie en la arenalo prendieron los realistas.El vizconde de La Barthe,que mandaba las milicias,debió cortarse la manoantes de tal villanía,como es quitar a Torrijosbella espada que ceñía,con el puño de cristal,adornado con dos cintas.Muy de noche lo mataroncon toda su compañía.Caballero entre los duques,corazón de plata fina.Grandes nubes se levantansobre la tierra de Mijas.El viento mueve la mary los barcos se retirancon los remos presurososy las velas extendidas.Entre el ruido de las olassonó la fusilería,y muerto quedó en la arena,sangrando por tres heridas,el valiente caballero,con toda su compañía.La muerte, con ser la muerte,no deshojó su sonrisa.Sobre los barcos llorabatoda la marinería,y las más bellas mujeres,enlutadas y afligidas,lo iban llorando tambiénpor el limonar arriba.

PEDRO(Levantándose, después de oír el Romance.)Cada dificultad me da más bríos.Señores, a seguir nuestro trabajo.La muerte de Torrijos me enardecepara seguir luchando.

CONSPIRADOR 1Yo pienso así.

CONSPIRADOR 4Pero hay que estarse quietos;otro tiempo vendrá.

CONSPIRADOR 2(Conmovido.)¡Tiempo lejano.!

PEDROPero mis fuerzas se agotarán.

MARIANA(Bajo, a PEDRO.)Pedro, mientras yo viva...

CONSPIRADOR 1¿Nos marchamos?

CONSPIRADOR 3No hay nada que tratar. Tienes razón.

CONSPIRADOR 4Esto es lo que tenía que contaros,y nada más.

CONSPIRADOR 1Hay que ser optimistas.

MARIANA¿Gustarán de una copa?

CONSPIRADOR 4La aceptamosporque nos hace falta.

CONSPIRADOR 1¡Buen acuerdo!(Se ponen de pie y cogen sus copas.)

MARIANA(Llenando los vasos.)¡Cómo llueve!(Fuera se oye la lluvia.)

CONSPIRADOR 3¡Don Pedro está apenado!

CONSPIRADOR 4¡Como todos nosotros!

PEDRO¡Es verdad!Y tenemos razones para estarlo.

MARIANAPero a pesar de esta opresión aguday de tener razones para estarlo...(Levantando la copa.)"Luna tendida, marinero en pie",dicen allá, por el Mediterráneo,las gentes de veleros y fragatas.¡Como ellos, hay que estar siempre acechando!(Como en sueños.)"Luna tendida, marinero en pie."

PEDRO(Con la copa.)Que sean nuestras casas como barcos.(Beben. Pausa. Fuera se oyen aldabonazos lejanos. Todos quedan con las copas en la mano, en medio de un gran silencio.)

MARIANAEs el viento que cierra una ventana.(Otro aldabonazo.)

PEDRO¿Oyes, Mariana?

CONSPIRADOR 4¿Quién será?

MARIANA(Llena de angustia.)¡Dios Santo!

PEDRO(Acariciador.)¡No temas! Ya verás cómo no es nada.(Todos están con las capas puestas, llenos de inquietud.)

CLAVELA(Entrando casi ahogada.)¡Ay señora! ¡Dos hombres embozados,y Pedrosa con ellos!

MARIANA(Gritando, llena de pasión.)¡Pedro, vete!¡Y todos, Virgen santa! ¡Pronto!

PEDRO(Confuso.)¡Vamos!(CLAVELA quita las copas y apaga los candelabros.)

CONSPIRADOR 4Es indigno dejarla.

MARIANA(A PEDRO.)¡Date prisa!

PEDRO¿Por dónde?

MARIANA(Loca.)¡Ay! ¿Por dónde?

CLAVELA¡Están llamando!

MARIANA(Iluminada.)¡Por aquella ventana del pasillosaltarás fácilmente! Ese tejadoestá cerca del suelo.

CONSPIRADOR 2¡No debemosdejarla abandonada!

PEDRO(Enérgico.)¡Es necesario!¿Cómo justificar nuestra presencia?

MARIANASí, sí, vete en seguida. ¡Ponte a salvo!

PEDRO(Apasionado.)¡Adiós, Mariana!

MARIANA¡Dios os guarde, amigos!(Van saliendo rápidamente por la puerta de la derecha. CLAVELA está asomada a una rendija del balcón, que da a la calle. MARIANA, en puerta, dice:)¡Pedro..., y todos, que tengáis cuidado!(Cierra la puertecilla de la izquierda, por donde han salido los CONSPIRADORES, y corre la cortina. Luego, dramática:)¡Abre, Clavela! Soy una mujerque va atada a la cola de un caballo.(Sale CLAVELA. Se dirige rápidamente al fortepiano.)¡Dios mío, acuérdate de tu pasióny de las llagas de tus manos!(Se sienta y empieza a cantar la canción del Contrabandista, original de Manuel García 1808.)Yo que soy contrabandistay campo por mis respetosa todos los desafío,pues a nadie tengo miedo.¡Ay! ¡Ay!¡Ay muchachos! ¡Ay muchachas!¿Quién me compra hilo negro?Mi caballo está rendido¡y yo me muero de sueño!¡Ay!¡Ay! Que la ronda ya vieney se empezó el tiroteo!¡Ay! ¡Ay! Caballito míocaballo mío careto.¡Ay!¡Ay! Caballo, ve ligero.¡Ay! Caballo, que me muero.¡Ay!(Ha de cantar con un admirable y desesperado sentimiento, escuchando los pasos de PEDROSA por la escalera.)

Escena IX

Las cortinas del fondo se levantan y aparece CLAVELA, aterrada, con el candelabro de tres bujías en una mano y la otra puesta sobre el pecho. PEDROSA, vestido de negro, con capa, llega detrás. PEDROSA es un tipo seco, de una palidez intensa y de una admirable serenidad. Dirá las frases con ironía muy velada y mirará minuciosamente a todos lados, pero con corrección. Es antipático. Hay que huir de la caricatura. Al entrar PEDROSA, MARIANA deja de tocar y se levanta del fortepiano. Silencio.

MARIANAAdelante.

PEDROSA(Adelantándose.)Señora, no interrumpapor mí la cancioncilla que ahora mismoentonaba.(Pausa.)

MARIANA(Queriendo sonreir.)La noche estaba tristey me puse a cantar.(Pausa.)

PEDROSAHe visto luzen su balcón y quise visitarla.Perdone si interrumpo sus quehaceres.

MARIANASe lo agradezco mucho.

PEDROSA¡Qué manerade llover!

Pausa. En esta escena habrá pausas imperceptibles y rotundos silencios instantáneos, en los cuales luchan desesperadamente las almas de los dos personajes. Escena delicadísima de matizar, procurando no caer en exageraciones que perjudiquen su emoción. En esta escena se ha de notar mucho más lo que no se dice que lo que se está hablando. La lluvia, discretamente imitada y sin ruido excesivo, llegará de cuando en cuando a llenar silencios.

MARIANA(Con intención)¿Es muy tarde?(Pausa.)

PEDROSA(Mirándola fijamente, y con intención también.)¡Sí! Muy tarde.El reloj de la Audiencia ya hace ratoque dio las once.

MARIANA(Serena e indicando asiento a PEDROSA.)No las he sentido.

PEDROSA(Sentándose.)Yo las sentí lejanas. Ahora vengode recorrer las calles silenciosas,calado hasta los huesos por la lluvia,resistiendo ese gris fino y glacialque viene de la Alhambra.

MARIANA(Con intención y rehaciéndose.)El aire heladoque clava agujas sobre los pulmonesy para el corazón.

PEDROSA(Devolviéndole la ironía.)Pues ese mismo.Cumplo deberes de mi duro cargo.Mientras que usted, espléndida Mariana,en su casa, al abrigo de los vientos,hace encajes... o borda...(Como recordando.)¿Quién me ha dichoque bordaba muy bien?

MARIANA(Aterrada, pero con cierta serenidad.)¿Es un pecado?

PEDROSA(Haciendo una seña negativa.)El Rey nuestro Señor, que Dios proteja,(Se inclina.)se entretuvo bordando en Valençaycon su tío el infante don Antonio.Ocupación bellísima.

MARIANA(Entre dientes.)¡Dios mío!

PEDROSA¿Le extraña mi visita?

MARIANA(Tratando de sonreir.)¡No!

PEDROSA(Serio.)¡Mariana!(Pausa.)Una mujer tan bella como usted,¿no siente miedo de vivir tan sola?

MARIANA¿Miedo? ¡Ninguno!

PEDROSA(Con intención.)Hay tantos liberalesy tantos anarquistas en Granada,que la gente no vive muy segura.(Firme.)¡Usted ya lo sabrá!

MARIANA(Digna.)¡Señor Pedrosa!¡Soy mujer de mi casa y nada más!

PEDROSA(Sonriendo.)Y yo soy juez. Por eso me preocupode estas cuestiones. Perdonad, Mariana.(Pausa.)Pero hace ya tres meses que ando locosin poder capturar a un cabecilla...(Pausa. MARIANA trata de escuchar y juega con su sortija, conteniendo su angustia y su indignación.)

PEDROSA(Como recordando, con frialdad.)Un tal don Pedro de Sotomayor.

MARIANAEs probable que esté fuera de España.

PEDROSANo; yo espero que pronto será mío.(Al oír eso MARIANA tiene un ligero desvanecimiento nervioso; lo suficiente para que se le escape la sortija de la mano, más bien, la arroja ella para evitar la conversación.)

MARIANA(Levantándose.)¡Mi sortija!

PEDROSA¿Cayó?(Con intención.)Tenga cuidado.

MARIANA(Nerviosa.)Es mi anillo de bodas; no se mueva,y vaya a pisarlo.(Busca.)

PEDROSAEstá muy bien.

MARIANAPareceque una mano invisible lo arrancó.

PEDROSATenga más calma.(Frío.)Mire.(Señala el sitio donde ve el anillo, al mismo tiempo que avanzan.)¡Ya está aquí!(MARIANA se inclina para recogerlo antes que PEDROSA; éste queda a su lado, y en el momento de levantarse MARIANA, la enlaza rápidamente y la besa.)

MARIANA(Dando un grito y retirándose.)¡Pedrosa!(Pausa. MARIANA rompe a llorar de furor.)

PEDROSA(Suave.)Grite menos.

MARIANA¡Virgen Santa!

PEDROSA(Sentándose.)Me parece que este llanto está de más.Mi señora Mariana esté serena.

MARIANA(Arrancándose desesperada y cogiendo a PEDROSA por la solapa.)¿Qué piensa de mí? ¡Diga!

PEDROSA(Impasible.)Muchas cosas.

MARIANAPues yo sabré vencerlas. ¿Qué pretende?Sepa que yo no tengo miedo a nadie.Como el agua que nace soy de limpia,y me puedo manchar si usted me toca;pero sé defenderme. ¡Salga pronto!

PEDROSA(Fuerte y lleno de ira.)¡Silencio!(Pausa. Frío.)Quiero ser amigo suyo.Me debe agradecer esta visita.

MARIANA(Fiera.)¿Puedo yo permitir que usted me insulte?¿Que penetre de noche en mi viviendapara que yo...? ¡Canalla! No sé cómo...(Se contiene.)¡Usted quiere perderme!

PEDROSA(Cálido.)¡Lo contrario!Vengo a salvarla.

MARIANA(Bravía.)¡No lo necesito!(Pausa.)

PEDROSA(Fuerte y dominador, acercándose con una agria sonrisa.)¡Mariana! ¿Y la bandera?

MARIANA(Turbada.)¿Qué bandera?

PEDROSA¡La que bordó con esas manos blancas(Las coge.)en contra de las leyes y del Rey!

MARIANA¿Qué infame le mintió?

PEDROSA(Indiferente.)¡Muy bien bordada!De tafetán morado y verdes letras.Allá en el Albaicín, la recogimos,y ya está en mi poder como tu vida.Pero no temas; soy amigo tuyo.(MARIANA queda ahogada.)

MARIANA(Casi desmayada.)Es mentira, mentira.

PEDROSASé tambiénque hay mucha gente complicada.Espero que dirás sus nombres, ¿verdad?(bajando la voz y apasionadamente.)Nadie sabrá lo que ha pasado, yo te quieromía, ¿lo estás oyendo? Mía o muerta.Me has despreciado siempre; pero ahorapuedo apretar tu cuello con mis manos,este cuello de nardo transparente,y me querrás porque te doy la vida.

MARIANA(Tierna y suplicante en medio de su desesperación, abrazándose a PEDROSA.)¡Tenga piedad de mí! ¡Si usted supiera!Y déjeme escapar. Yo guardarésu recuerdo en las niñas de mis ojos.¡Pedrosa, por mis hijos!...

PEDROSA(Abrazándola, sensual.)La banderaNo la has bordado tú, linda Mariana,y ya eres libre porque así lo quiero...(MARIANA al ver cerca de sus labios los labios de PEDROSA, lo rechaza, reaccionando de una manera salvaje.)

MARIANA¡Eso nunca! ¡Primero doy mi sangre!Que me cueste dolor, pero con honra.¡Salga de aquí!

PEDROSA(Reconviniéndola.)¡Mariana!

MARIANA¡Salga pronto!

PEDROSA(Frío y reservado.)¡Está muy bien! Yo seguiré el asuntoy usted misma se pierde.

MARIANA¡Qué me importa!Yo bordé la bandera con mis manos;con estas manos, ¡mírelas, Pedrosa!y conozco muy grandes caballerosque izarla pretendían en Granada.¡Mas no diré sus nombres!

PEDROSA¡Por la fuerzadelatará! ¡Los hierros duelen mucho,y una mujer es siempre una mujer!¡Cuando usted quiera me avisa!

MARIANA¡Cobarde!¡Aunque en mi corazón clavaran vidriosno hablaría!(En un arranque.)¡Pedrosa, aquí me tiene!

PEDROSA¡Ya veremos!...

MARIANA¡Clavela, el candelabro!(Entra CLAVELA, aterrada, con las manos cruzadas sobre el pecho.)

PEDROSANo hace falta, señora. Queda usteddetenida en nombre de la ley.

MARIANA¿En nombre de qué ley?

PEDROSA(Frío y ceremonioso.)¡Buenas noches!(Sale.)

CLAVELA(Dramática.)¡Ay, señora; mi niña, clavelito,prenda de mis entrañas!

MARIANA(Llena de angustia y de terror.)Isabel,yo me voy. Dame el chal.

CLAVELA¡Sálvese pronto!(Se asoma a la ventana. Fuera se oye otra vez la fuerte lluvia.)

MARIANA¡Me iré a casa de don Luis! ¡Cuida los niños!

CLAVELA¡Se han quedado en la puerta! ¡No se puede!

MARIANAClaro está.(Señalando al sitio por donde han salido los CONSPIRADORES.)¡Por aquí!

CLAVELA¡Es imposible!(Al cruzar MARIANA, por la puerta aparece doña ANGUSTIAS.)

ANGUSTIAS¡Mariana! ¿Dónde vas? Tu niña llora.Tiene miedo del aire y de la lluvia.

MARIANA¡Estoy presa! ¡Estoy presa, Clavela!

ANGUSTIAS(Abrazándola.)¡Marianita!

MARIANA(Arrojándose en el sofá.)¡Ahora empiezo a morir!(Las dos mujeres la abrazan.)Mírame y llora. ¡Ahora empiezo a morir!

Telón rápido.

Estampa Tercera

Convento de Santa María Egipciaca, de Granada. Rasgos árabes. Arcos, cipreses, fuentecillas y arrayanes. Hay unos bancos y unas viejas sillas de cuero. Al levantarse el telón está la escena solitaria. Suenan el órgano y las lejanas voces de las monjas. Por el fondo vienen corriendo de puntillas mirando a todos lados para que no las vean dos novicias. Visten toquitas blancas y trajes azules. Se acercan con mucho sigilo a una puerta de la izquierda y miran por el ojo de la cerradura.

Escena Primera

NOVICIA 1¿Qué hace?

NOVICIA 2(En la cerradura.)¡Habla más bajito!Está rezando.

NOVICIA 1¡Deja!(Se pone a mirar.)¡Qué blanca está, qué blanca!Reluce su cabezaen la sombra del cuarto.

NOVICIA 2¿Reluce su cabeza?Yo no comprendo nada.Es una mujer buena,y la quieren matar.¿Tú qué dices?

NOVICIA 1Quisieramirar su corazónlargo rato y muy cerca.

NOVICIA 2¡Qué mujer tan valiente! Cuando ayervinieron a leerle la sentenciade muerte, no ocultósu sonrisa.

NOVICIA 1En la iglesiala vi después llorandoy me parecía que ellatenía el corazón en la garganta.¿Qué es lo que ha hecho?

NOVICIA 2Bordó una bandera.

NOVICIA 1¿Bordar es malo?

NOVICIA 2Dicen que es masona.

NOVICIA 1¿Qué es eso?

NOVICIA 2Pues... ¡no sé!

NOVICIA 1¿Por qué está presa?

NOVICIA 2Porque no quiere al rey.

NOVICIA 1¿Qué más da? ¿Se habrá visto?

NOVICIA 2¡Ni a la reina!

NOVICIA 1Yo tampoco los quiero,(Mirando.)¡Ay Mariana Pineda!Ya están abriendo floresque irán contigo muerta.(Aparece por la puerta del foro la madre sor CARMEN BORJA.)

CARMENPero, niñas, ¿qué miráis?

NOVICIA 1(Asustada.)Hermana...

CARMEN¿No os da vergüenza?Ahora mismo, al obrador.¿Quién os enseñó esa feacostumbre? ¡Ya nos veremos!

NOVICIA 1¡Con licencia!

NOVICIA 2¡Con licencia!(Se van. Cuando la madre CARMEN se ha convencido de que las otras se han marchado, se acerca también con sigilo y mira por el ojo la llave.)

CARMEN¡Es inocente! ¡No hay duda!¡Calla con una firmeza!¿Por qué? Yo no me lo explico.(Sobresaltada.)¡Viene!(Sale corriendo.)

Escena II

MARIANA aparece con un espléndido traje blanco. Está palidísima.

MARIANA¡Hermana!

CARMEN(Volviéndose.)¿Qué desea?

MARIANA¡Nada!

CARMEN¡Decidlo, señora!

MARIANAPensaba...

CARMEN¿Qué?

MARIANASi pudieraquedarme aquí, en el Beaterio,para siempre.

CARMEN¡Qué contentasnos pondríamos!

MARIANA¡No puedo!

CARMEN¿Por qué?

MARIANA(Sonriendo.)Porque ya estoy muerta.

CARMEN(Asustada.)¡Doña Mariana, por Dios!

MARIANAPero el mundo se me acerca,las piedras, el agua, el aire,¡comprendo que estaba ciega!

CARMEN¡La indultarán!

MARIANA(Con sangre fría.)¡Ya veremos!Este silencio me pesamágicamente. Se agrandacomo un techo de violetas,(Apasionada.)y otras veces finge en míuna larga cabellera.¡Ay, qué buen soñar!

CARMEN(Cogiéndole de la mano.)¡Mariana!

MARIANA¿Cómo soy yo?

CARMENEres muy buena.

MARIANASoy una gran pecadora;pero amé de una maneraque Dios me perdonarácomo a Santa Magdalena.

CARMENFuera del mundo y en élperdona.

MARIANA¡Si usted supiera!¡Estoy muy herida, hermana,por las cosas de la tierra!

CARMENDios está lleno de heridasde amor, que nunca se cierran.

MARIANANace el que muere sufriendo,¡comprendo que estaba ciega!

CARMEN(Apenada al ver el estado de MARIANA.)¡Hasta luego! ¿Asistiráesta tarde a la novena?

MARIANAComo siempre. ¡Adiós, hermana!(Se va CARMEN.)

Escena III

MARIANA se dirige al fondo rápidamente, con todo género de precauciones, y allí aparece ALEGRITO, jardinero del convento. Ríe constantemente, con una sonrisa suave y sana. Viste traje de cazador de la época.

MARIANA¡Alegrito! ¿Qué?

ALEGRITO¡Pacienciapara lo que vais a oír!

MARIANA¡Habla pronto, no nos vean!¿Fuiste a casa de don Luis?

ALEGRITOY me han dicho que les eraimposible pretendersalvarla. Que ni lo intentan,porque todos morirían;pero que harán lo que puedan.

MARIANA(Valiente.)¡Lo harán todo! ¡Estoy segura!Son gentes de la nobleza,y yo soy noble, Alegrito,¿No ves cómo estoy serena?

ALEGRITOHay un miedo que da miedo.Las calles están desiertas.Solo el viento viene y va;pero la gente se encierra.No encontré más que una niñallorando sobre la puertade la antigua Alcaicería.

MARIANA¿Crees que van a dejar que muerala que tiene menos culpa?

ALEGRITOYo no sé lo que ellos piensan.

MARIANA¿Y de lo demás?

ALEGRITO(Turbado.)¡Señora!...

MARIANASigue hablando.

ALEGRITONo quisiera.(MARIANA hace un gesto de impaciencia.)El caballero don Pedrode Sotomayor se alejade España, según me han dicho.Dicen que marcha a Inglaterra.Don Luis lo sabe de cierto.

MARIANA(Sonríe incrédula y dramática, porque en el fondo sabe que es verdad.)Quien te lo dijo deseaaumentar mi sufrimiento.¡Alegrito, no lo creas!¿Verdad que tú no lo crees?(Angustiada.)

ALEGRITO(Turbado.)Señora, lo que usted quiera.

MARIANADon Pedro vendrá a caballocomo loco cuando sepaque yo estoy encarceladapor bordarle su bandera.Y, si me matan, vendrápara morir a mi vera,que me lo dijo una nochebesándome la cabeza.Él vendrá como un San Jorgede diamantes y agua negra,al aire la deslumbranteflor de su capa bermeja.Y porque es noble y modesto,para que nadie lo vea,vendrá por la madrugada,por la madrugada fresca,cuando sobre el cielo oscurobrilla el limonar apenasy el alba finge en las olasfragatas de sombra y seda.¿Tú qué sabes? ¡Qué alegría!No tengo miedo, ¿te enteras?

ALEGRITO¡Señora!

MARIANA¿Quién te lo ha dicho?

ALEGRITODon Luis.

MARIANA¿Sabe la sentencia?

ALEGRITODijo que no la creía.

MARIANA(Angustiada.)Pues es muy verdad.

ALEGRITOMe apenadarle tan malas noticias.

MARIANA¡Volverás!

ALEGRITOLo que usted quiera.

MARIANAVolverás para decirlesque yo estoy muy satisfechaporque sé que vendrán todos,¡y son muchos!, cuando deban.¡Dios te lo pague!

ALEGRITOHasta luego.(Salen.)

Escena IV

MARIANA(En voz baja.)Y me quedo sola mientrasque, bajo la acacia en flordel jardín, mi muerte acecha.(En voz baja y dirigiéndose al huerto.)Pero mi vida está aquí.Mi sangre se agita y tiembla,como un árbol de coralcon la marejada tierna.Y aunque tu caballo ponecuatro lunas en las piedrasy fuego en la verde brisadébil de la primavera,¡corre más! ¡Ven a buscarme!Mira que siento muy cercadedos de hueso y de musgoacariciar mi cabeza.(Se dirige al jardín como si hablara con alguien.)No puedes entrar. ¡No puedes!¡Ay Pedro! Por ti no entra;pero sentada en la fuentetoca una blanda vihuela.(Se sienta en un banco y apoya la cabeza sobre sus manos. En el jardín se oye una guitarra.)

VOZA la vera del agua,sin que nadie la viera,se murió mi esperanza.

MARIANA(Repitiendo exquisitamente la canción.)A la vera del agua,sin que nadie la viera,se murió mi esperanza.(Por el foro aparecen dos monjas, seguidas de PEDROSA. MARIANA no los ve.)

MARIANAEsta copla está diciendolo que saber no quisiera.Corazón sin esperanza,¡que se lo trague la tierra!

CARMENAquí está, señor Pedrosa,

MARIANA(Asustada, levantándose y como saliendo de un sueño.)¿Quién es?

PEDROSA¡Señora!(MARIANA queda sorprendida y deja escapar una exclamación. Las monjas inician el mutis.)

MARIANA(A las monjas.)¿Nos dejan?

CARMENTenemos que trabajar...(Se van. Hay en estos momentos una gran inquietud en escena. PEDROSA, frío y correcto, mira intensamente a MARIANA, y ésta, melancólica, pero valiente, recoge sus miradas.)

Escena V

PEDROSA viste de negro, con capa. Su aire frío debe hacerse notar.

MARIANAMe lo dio el corazón: ¡Pedrosa!

PEDROSAEl mismoque aguarda, como siempre, sus noticias.¿No os parece?

MARIANASiempre es horade callar y vivir con alegría.(Se sienta en un banco. En este momento, y durante todo el acto, MARIANA tendrá un delirio delicadísimo, que estallará al final.)

PEDROSA¿Conoce la sentencia?

MARIANALa conozco.

PEDROSA¿Y bien?

MARIANA(Radiante)Pero yo pienso que es mentira.Tengo el cuello muy corto para serajusticiada. Ya ve. No podrían.Además, es hermoso y blanco; nadiequerrá tocarlo.

PEDROSA(Completando.)¡Mariana!

MARIANA(Fiera.)Se olvidaque para que yo muera tiene todaGranada que morir. Y que saldríanmuy grandes caballeros a salvarme,porque soy noble. Porque yo soy hijade un capitán de navío, Caballerode Calatrava. ¡Déjeme tranquila!

PEDROSANo habrá nadie en Granada que se asomecuando usted pase con su comitiva.Los andaluces hablan; pero luego...

MARIANAMe dejan sola; ¿y qué? Uno vendríapara morir conmigo, y esto basta.¡Pero vendrá para salvar mi vida!(Sonríe y respira fuertemente, llevándose las manos al pecho.)

PEDROSA(En un arranque.)Yo no quiero que mueras tú, ¡no quiero!Ni morirás, porque darás noticiasde la conjuración. Estoy seguro.

MARIANA(Fiera.)No diré nada, como usted querría,a pesar de tener un corazónen el que ya no caben más heridas.Fuerte y sorda seré a vuestros halagos.Antes me daban miedo sus pupilas.Ahora le estoy mirando cara a cara(Se acerca.)y puedo con sus ojos que vigilanel sitio donde guardo este secretoque por nada del mundo contaría.¡Soy valiente, Pedrosa, soy valiente!

PEDROSAEstá muy bien.(Pausa.)Ya sabe, con mi firmapuedo borrar la lumbre de sus ojos.Con una pluma y un poco de tintapuedo hacerla dormir un largo sueño.

MARIANA(Elevada.)¡Ojalá fuese pronto por mi dicha!

PEDROSA(Frío.)Esta tarde vendrán.

MARIANA(Aterrada y dándose cuenta.)¿Cómo?

PEDROSAEsta tarde;ya se ha ordenado que entres en capilla.

MARIANA(Exaltada y protestando fieramente de su muerte.)¡No puede ser! ¡Cobardes! ¿Y quién mandadentro de España tales villanías?¿Qué crimen cometí? ¿Por qué me matan?¿Dónde está la razón de la Justicia?En la bandera de la Libertadbordé el amor más grande de mi vida.¿Y he de permanecer aquí encerrada?¡Quién tuviera unas alas cristalinaspara salir volando en busca tuya!(PEDROSA ha visto con satisfacción esta desesperación de MARIANA y se dirige a ella. La luz empieza a tomar el tono del crepúsculo.)

PEDROSA(Muy cerca de MARIANA.)Hable pronto, que el rey la indultaría.Mariana, ¿quiénes son los conjurados?Yo sé que usted de todos es amiga.Cada segundo aumenta su peligro.Antes que se haya disipado el díaya vendrán por la calle a recogerla.¿Quiénes son? Y sus nombres. ¡Vamos, pronto!Que no se juega así con la Justicia,y luego será tarde.

MARIANA(Fiera.)¡No hablaré!

PEDROSA(Fiero, cogiéndole las manos.)¿Quiénes son?

MARIANAAhora menos lo diría.(Con desprecio.)Suelta, Pedrosa; vete, ¡Madre Carmen!

PEDROSA(Terrible.)¡Quieres morir!(Aparece, llena de miedo, la madre CARMEN; dos monjas cruzan al fondo como dos fantasmas.)

CARMEN¿Qué pasa, Marianita?

MARIANANada.

CARMENSeñor, no es justo...

PEDROSA(Frío, sereno y autoritario, dirige una severa mirada a la monja, e inicia el mutis.)Buenas tardes.(A MARIANA.)Tendré un placer muy grande si me avisa.

CARMEN¡Es muy buena, señor!

PEDROSA(Altivo.)No os pregunté.(Sale, seguido de sor CARMEN.)

Escena VI

MARIANA(En el banco, con dramática y tierna entonación andaluza.)Recuerdo aquella copla que decíacruzando los olivos de Granada:¡Ay, qué fragatita,real corsaria! ¿Dónde estátu valentía?Que un velero bergantínte ha puesto la puntería.(Como soñando y nebulosamente.)Entre el mar y las estrellas¡con qué gusto pasearíaapoyada sobre unalarga baranda de brisa!(Con pasión y llena de angustia.)Pedro, coge tu caballoo ven montado en el día.¡Pero pronto! ¡Que ya vienenpara quitarme la vida!Clava las duras espuelas.(Llorando.)¡Ay, qué fragatita,real corsaria! ¿Dónde estátu valentía?Que un famoso bergantínte ha puesto la puntería.(Vienen dos monjas.)

MONJA 1Sé fuerte, que Dios te ayuda.

CARMENMarianita, hija, descansa.(Se llevan a MARIANA.)

Escena VII

Suena el esquilón de las monjas. Por el fondo aparecen varias de ellas, que cruzan la escena y se santiguan al pasar ante una Virgen de los Dolores que, con el corazón atravesado de puñales, llora en el muro, cobijada por un inmenso arco de flores amarillas y plateadas de papel. Entre ellas se destacan las NOVICIAS 1 y 2. Los cipreses comienzan a teñirse de luz dorada.

NOVICIA 1¡Qué gritos! ¿Tú los sentiste?

NOVICIA 2Desde el jardín; y sonabancomo si estuvieran lejos.¡Inés, yo estoy asustada!

NOVICIA 1¿Dónde estará Marianita,rosa y jazmín de Granada?

NOVICIA 2Está esperando a su novio.

NOVICIA 1Pero su novio ya tarda.¡Si la vieras cómo mirapor una y otra ventana!Dice: "Si no hubiera sierras,lo vería en la distancia."

NOVICIA 2Ella lo espera segura.

NOVICIA 1¡No vendrá por su desgracia!

NOVICIA 2¡Marianita va a morir!¡Hay otra luz en la casa!

NOVICIA 1¡Y cuánto pájaro! ¿Has visto?Ya no caben en las ramasdel jardín ni en los aleros;nunca vi tantos, y al alba,cuando se siente la Vela,cantan y cantan y cantan...

NOVICIA 2... y al albadespiertan brisas y nubesdesde el frescor de las ramas.

NOVICIA 1... y al albapor cada estrella que muerenace diminuta flauta.

NOVICIA 2¿Y ella?.. ¿Tú las has visto? Ellame parece amortajadacuando cruza el coro bajocon esa ropa tan blanca.

NOVICIA 1¡Qué injusticia! Esta mujerde seguro fue engañada.

NOVICIA 2¡Su cuello es maravilloso!

NOVICIA 1(Llevándose instintivamente las manos al cuello.)Sí, pero...

NOVICIA 2Cuando llorabame pareció que se le ibaa deshojar en la falda.(Se acercan las monjas.)

MONJA 1¿Vamos a ensayar la Salve?

NOVICIA 1¡Muy bien!

NOVICIA 2Yo no tengo gana.

MONJA 1Es muy bonita.

NOVICIA 1(Hace una señal a las demás y se dirigen rápidamente al foro.)¡Y difícil!(Aparece MARIANA por la puerta de la izquierda, y al verla se retiran todas con disimulo.)

MARIANA(Sonriendo.)¿Huyen de mí?

NOVICIA 1(Temblando.)¡Vamos a la...!

NOVICIA 2(Turbada.)Nos íbamos... yo decía...Es muy tarde.

MARIANA(Con bondad irónica.)¿Soy tan mala?

NOVICIA 1(Exaltada.)¡No, señora! ¿Quién lo dice?

MARIANA¿Qué sabes tú, niña?

NOVICIA 2(Señalando a la primera.)¡Nada!

NOVICIA 1¡Pero la queremos todas!(Nerviosa.)¿No lo está usted viendo?

MARIANA(Con amargura.)¡Gracias!(MARIANA se sienta en el banco, con las manos cruzadas y la cabeza caída, en una divina actitud de tránsito.)

NOVICIA 1¡Vámonos!

NOVICIA 2¡Ay, Marianita,rosa y jazmín de Granada,que está esperando a su novio,pero su novio se tarda!(Se van.)

MARIANA¡Quién me hubiera dicho a mí!...Pero ¡paciencia!

CARMEN(Que entra.)¡Mariana!Un señor que trae permisodel juez, viene a visitarla.

MARIANA(Levantándose, radiante.)¡Que pase! ¡Por fin, Dios mío!(Sale la monja. MARIANA se dirige a una cornucopia que hay en la pared y, llena de su delicado delirio, se arregla los bucles y el escote.)Pronto..., ¡qué segura estaba!Tendré que cambiarme el traje:me hace demasiado pálida.

Escena VIII

Se sienta en el banco en actitud amorosa, vuelta al sitio donde tienen que entrar. Aparece la madre CARMEN. Y MARIANA, no pudiendo resistir, se vuelve. En el silencio de la escena, entra FERNANDO, pálido. MARIANA queda estupefacta.

MARIANA(Desesperada, como no queriéndolo creer.)¡No!

FERNANDO(Triste.)¡Mariana! ¿No quieresque hable contigo? ¡Dime!

MARIANA¡Pedro! ¿Dónde está Pedro?¡Dejadlo entrar, por Dios!¡Está abajo, en la puerta!¡Tiene que estar! ¡Que suba!Tú viniste con él,¿verdad? Tú eres muy bueno.Él vendrá muy cansado, pero entrará en seguida.

FERNANDOVengo solo, Mariana. ¿Qué sé yo de don Pedro?

MARIANA¡Todos deben saber, pero ninguno sabe!Entonces, ¿cuándo viene para salvar mi vida?¿Cuándo viene a morir, si la muerte me acecha?¿Vendrá? Dime, Fernando. ¡Aún es hora!

FERNANDO(Enérgico y desesperado, al ver la actitud de MARIANA.)Don Pedrono vendrá, porque nunca te quiso, Marianita.Ya estará en Inglaterra, con otros liberales.Te abandonaron todos tus antiguos amigos.Solamente mi joven corazón te acompaña.¡Mariana! ¡Aprende y mira cómo te estoy queriendo!

MARIANA(Exaltada.)¿Por qué me lo dijiste? Yo bien que lo sabía;pero nunca lo quise decir a mi esperanza.Ahora ya no me importa. Mi esperanza lo ha oídoy se ha muerto mirando los ojos de mi Pedro.Yo bordé la bandera por él. Yo he conspiradopara vivir y amar su pensamiento propio.Más que a mis propios hijos y a mí misma le quise.¿Amas la Libertad más que a tu Marianita?¡Pues yo seré la misma Libertad que tú adoras!

FERNANDO¡Sé que vas a morir! Dentro de unos instantesvendrán por ti, Mariana. ¡Sálvate y di los nombres!¡Por tus hijos! ¡Por mí, que te ofrezco la vida!

MARIANANo quiero que mis hijos me desprecien! ¡Mis hijostendrán un nombre claro como la luna llena!¡Mis hijos llevarán resplandor en el rostro,que no podrán borrar los años ni los aires!Si delato, por todas las calles de Granadaeste nombre sería pronunciado con miedo.

FERNANDO(Dramático y desesperado.)¡No puede ser! ¡No quiero que esto pase! ¡No quiero!¡Tú tienes que vivir! ¡Mariana, por mi amor!

MARIANA(Loca y delirante, en un estado agudo de pasión y angustia.)¿Y qué es amor, Fernando? ¡Yo no sé qué es amor!

FERNANDO(Cerca.)¡Pero nadie te quiso como yo, Marianita!

MARIANA(Reaccionando.)¡A ti debí quererte más que a nadie en el mundo,si el corazón no fuera nuestro gran enemigo!Corazón, ¿por qué mandas en mí si yo no quiero?

FERNANDO(Se arrodilla y ella le coge la cabeza sobre el pecho.)¡Ay, te abandonan todos! ¡Habla, quiéreme y vive!

MARIANA(Rodeándolo.)¡Ya estoy muerta, Fernando! Tus palabras me llegana través del gran río del mundo que abandono.Ya soy como la estrella sobre el agua profunda,última débil brisa que se pierde en los álamos.(Por el fondo pasa una monja, con las manos cruzadas, que mira llena de zozobra al grupo.)

FERNANDO¡No sé qué hacer! ¡Qué angustia! ¡Ya vendrán a buscarte!¡Quién pudiera morir para que tú vivieras!

MARIANA¡Morir! ¡Qué largo sueño sin ensueños ni sombras!Pedro, quiero morir por lo que tú no mueres,por el puro ideal que iluminó tus ojos:¡¡Libertad!! Porque nunca se apague tu alta lumbreme ofrezco toda entera. ¡¡Arriba, corazón!!¡Pedro, mira tu amor a lo que me ha llevado!Me querrás, muerta, tanto, que no podrás vivir.(Dos monjas entran, con las manos cruzadas, en la misma expresión de angustia, y no se atreven a acercarse.)Y ahora ya no te quiero, porque soy una sombra.

CARMEN(Entrando, casi ahogada.)¡Mariana!(A FERNANDO.)¡Caballero! ¡Salga pronto!

FERNANDO(Angustiado.)¡Dejadme!

MARIANA¡Vete! ¿Quién eres tú? ¡Ya no conozco a nadie!¡Voy a dormir tranquila!(Entra otra monja rápidamente, casi ahogada por el miedo y la emoción. Al fondo cruza otra con gran rapidez con una mano sobre la frente.)

FERNANDO(Emocionadísimo.)¡Adiós, Mariana!

MARIANA¡Vete!Ya vienen a buscarme.(Sale FERNANDO, llevado por dos monjas.)Como un grano de arena(Viene otra monja.)siento al mundo en los dedos. ¡Muerte! Pero ¿que es muerte?(A las monjas.)Y vosotras, ¿qué hacéis? ¡Qué lejanas os siento!

CARMEN(Que llega llorando.)¡Mariana!

MARIANA¿Por qué llora?

CARMEN¡Están abajo, niña!

MONJA 1¡Ya suben la escalera!

Escena última

Entran por el foro todas las monjas. Tienen la tristeza reflejada en los rostros. Las NOVICIAS 1 y 2 están en primer término. Sor CARMEN, digna y traspasada de pena, está cerca de MARIANA. Toda la escena irá adquiriendo, hasta el final, una gran luz extrañísima de crepúsculo granadino. Luz rosa y verde entra por los arcos, y los cipreses se matizan exquisitamente, hasta parecer piedras preciosas. Del techo desciende una suave luz naranja, que se va intensificando hasta el final.

MARIANA¡Corazón no me dejes! ¡Silencio! Con un ala,¿dónde vas? Es preciso que tú también descanses.Nos espera una larga locura de lucerosque hay detrás de la muerte. ¡Corazón, no desmayes!

CARMEN¡Olvídate del mundo, preciosa Marianita!

MARIANA¡Qué lejano lo siento!

CARMEN¡Ya vienen a buscarte!

MARIANAPero, ¡que bien entiendo lo dice esta luz!¡Amor, amor, amor, y eternas soledades!(Entra el JUEZ por la puerta de la izquierda.)

NOVICIA 1¡Es el juez!

NOVICIA 2¡Se la llevan!

JUEZSeñora, a sus órdenes;hay un coche en la puerta.

MARIANAMil gracias. Madre Carmen,salvo a muchas criaturas que llorarán mi muerte.No olviden a mis hijos.

CARMEN¡Que la Virgen te ampare!

MARIANA¡Os doy mi corazón! ¡Dadme un ramo de flores!En mis últimas horas yo quiero engalanarme.Quiero sentir la dura caricia de mi anilloy prenderme en el pelo mi mantilla de encaje.Amas la Libertad por encima de todo,pero yo soy la misma Libertad. Doy mi sangre,que es tu sangre y la sangre de todas las criaturas.¡No se podrá comprar el corazón de nadie!(Una monja le ayuda a ponerse la mantilla. MARIANA se dirige al fondo, gritando:)Ahora sé lo que dicen el ruiseñor y el árbol.El hombre es un cautivo y no puede librarse.¡Libertad de lo alto! Libertad verdadera,enciende para mí tus estrellas distantes.¡Adiós! ¡Secad el llanto!(Al JUEZ.)¡Vamos pronto!

CARMEN¡Adiós, hija!

MARIANAContad mi triste historia a los niños que pasen.

CARMENPorque has amado mucho, Dios te abrirá su puerta.¡Ay, triste Marianita! ¡Rosa de los rosales!

NOVICIA 1(Arrodillándose.)Ya no verán tus ojos las naranjas de luzque pondrá en los tejados de Granada la tarde.(Fuera empieza un lejano campaneo.)

MONJA 1(Arrodillándose.)Ni sentirás la dulce brisa de primaverapasar de madrugada tocando tus cristales.

NOVICIA 2(Arrodillándose y besando la orla del vestido de MARIANA.)¡Clavellina de mayo! ¡Rosa de Andalucía!,que en las altas barandas tu novio está esperándote.

CARMEN¡Mariana, Marianita, de bello y triste nombre,que los niños lamenten tu dolor por la calle!

MARIANA(Saliendo.)¡Yo soy la Libertad porque el amor lo quiso!¡Pedro! La Libertad, por la cual me dejaste.¡Yo soy la Libertad, herida por los hombres!¡Amor, amor, amor, y eternas soledades!(Un campaneo vivo y solemne invade la escena, y un coro de niños empieza, lejano, el romance. MARIANA se va, saliendo lentamente, apoyada en Sor CARMEN. Todas las demás monjas están arrodilladas. Una luz maravillosa y delirante invade la escena. Al fondo, los niños cantan.)¡Oh, qué día triste en Granada,que a las piedras hacía llorar,al ver que Marianita se muereen cadalso por no declarar!(No cesa el campaneo.)

Telón lento.